miércoles, 16 de enero de 2013

Juan Zorrilla de San Martín (Tabaré)


III

¿Extraña y negra noche? ¿Dónde vamos?
¿Es cielo esto o tierra?
¿Es lo de arriba? ¿Lo de abajo? Es lo hondo,
Sin relación, ni espacio, ni barreras.
Sumersión del espíritu en lo obscuro,
Reino de las quimeras,
En que no sabe el pensamiento humano
Si desciende, o asciende, o se despeña,
El caos de la mente que pujante
La inspiración ordena;
Los elementos vagos y dispersos
Que amasa el genio y en la forma encierra.
Notas, palabras, llantos, alaridos.
Plegarias, anatemas.
Formas que pasan, puntos luminosos,
Gérmenes de imposibles existencias:
Vidas absurdas en eterna busca
De cuerpos que no se encuentran,
Días y noches en estrecho abrazo,
Que espacio y tiempo en que vivir esperan;
Líneas fosforescentes y fugaces,
Y que en los ojos quedan
Como estrofas de un himno bosquejado,
O gérmenes de auroras o de estrellas;
Colores que se enfunden y repelen
En inquietud eterna,
Ansias de luz, primeras vibraciones
Que no hayan ritmo, no dan lumbre, y cesan;
Tipos que hubieran sido y no fueron
Y que aún el ser esperan,
Informes creaciones, que se mueven
Con una vida extraña e incompleta.
Proyectos, modelados por el tiempo,
De razas intermedias;
Principios sutilísimos que oscilan
Entre la forma errante y la materia;
Voces que llaman, que interrogan siempre
Sin encontrar respuesta;
Palabras de un idioma indefinible
Que no han hablado las humanas lenguas;
Acordes que, al brotar, rompen el arpa,
Y en los aires revientan
Estridentes, sin ritmo, como notas
De mil puntos dispersos que se encuentran,
Y se abrazan en vano sin fundirse,
Y hasta esa misma repulsión ingénita
Forma armonía, pero rara, absurda,
Música indescriptible, pero inmensa;
Rumor de silenciosas muchedumbres,
Tumultos que se alejan...
Todo se agita en ronda atropellada,
En esta obscuridad que nos rodea;
Todo asalta en tropel al pensamiento,
Que en su seno penetra
A hacer inteligente lo confuso,
A enfrentar lo que huye y se rebela;
A consagrar el ritmo y el sonido
La dulce unión eterna,
La del color y el alma con la línea
De la palabra virgen con la idea.
Todo brota en tropel, al levantarse
La poderosa piedra,
Como bandada de aves que chirriando
Brota del fondo de profunda cueva;
Nube con vida que, cobrando forma
Variables y quiméricas,
Se contrae, se alarga y se revuelve
Por sí misma empujada en las tinieblas.
Allí cuajó en mí mente, obedeciendo
A una atracción secreta
Y entre risas y llantos, y alaridos,
Se alzó la sombra de la raza muerta;
De aquella raza que pasó desnuda
Y errante por mi tierra,
Como el eco de un ruego no escuchado
Que, camino del cielo, el viento lleva.
Tipo soñado, sobre el haz surgido
De la infinita niebla;
En sueño de una noche sin aurora,
Flor que una tumba alimentó en sus grietas;
Cuando veo tu imagen impalpable
Encarnar nuestra América,
Y fundirse en la estrofa transparente,
Darle su vida, y palpitar en ella;
Cuando creo formar el desposorio
De tu ignorada esencia
Con esa forma virgen, que los genios
Para su amor o su dolor encuentran;
Cuando creo infundirte, con mi vida,
El ser de la epopeya
Y legarte a mi patria y a mi gloria
Grande como mi amor y mi impotencia;
El más hábil contacto de las formas
Desvanece tu huella,
Como el contacto de la luz, se apaga
El brillo sin color de las luciérnagas.
Pero te vi. Flotabas en lo obscuro,
Como un jirón de niebla;
Afluían a ti, buscando vida,
Como a su centro acuden las moléculas.
Líneas, colores, notas de un acorde
Disperso, que frenéticas
Se buscaban en ti; palpitaciones
Que en ti buscaban corazón y arterias;
Miradas que luchaban en tus ojos
Por imprimir su huella,
Y lágrimas y anhelos esperanzas
Que en tu alma reclamaban existencia:
Todo lo de la raza: lo inaudito,
Lo que el tiempo dispersa,
Y no cabe en la forma limitada,
Y hace estallar la estrofa que lo encierra.
Ha quedado en mi espíritu tu sombra,
Como en los ojos quedan
Los puntos negros de contornos ígneos
Que deja en ellos una lumbre intensa...
Ah! no, no pasarán, como la nube
Que el agua inmóvil en su faz refleja;
Como esos sueños de la media noche
Que en la mañana ya no se recuerdan:
Yo te ofrezco, oh ensueño de mis días!
La vida de mis cantos, que en la tierra
Vivirán más que yo... ¡Palpita y anda,
Forma imposible de la estirpe muerta!
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